9 de la mañana, un gigante sentado en una silla china, la playa estaba tranquila, el perro corría, entraba al agua y salía, se echaba, descansaba, mucho silencio, soplaba la brisa, aroma de mar, tranquilidad. Mate va y mate viene, un libro que entretiene.
En tal momento de calma, el pesado cuerpo se despereza.
Todo se fue al suelo, la silla se clavó en mi cuerpo, los de la playa se reían, el perro ladraba, ladraba y corría, ya no había silencio, soplaba arena en vez de brisa, la yerba y el agua en la arena caían, el libro voló, y no entretenía.
En tal momento en la arena, pataleaba y se desesperaba.
Quedaba una silla rota y un moretón en la espalda.